domingo, 30 de enero de 2011

Flores en el Zarzal. 2010



Mosaico / madera
Medidas: 0´85 x 0´69 m.

EL HAMBRE TAMBIÉN SE COME.

Cuando muchas cosas parecen haber perdido su utilidad y su ubicación en determinados momentos y contextos, y acaban despreciadas, por ejemplo en la basura, una nueva óptica unificadora, con carácter desprejuiciado, dialogante y creativo puede rescatar y reorientar estas cosas “inútiles” y “desubicadas” en un nuevo contexto, en una nueva idea que acepte sus limitaciones y las convierta en base de algo nuevo. No mejor ni peor. Una nueva perspectiva, un nuevo mundo, donde lo que no servía es el principio de una nueva forma de mirar y crecer, de dialogar y vivir.

Pensemos en quienes van quedando en la cuneta o en la basura, igual que podemos, cambiando de óptica, dar un nuevo valor y dignidad a todo aquello que no sirve, y las cosas que eran escombros se transforman en teselas, y maderas viejas en estructuras escultóricas, y ello es posible porque se nos ha ocurrido que podemos hacer una obra artística, y esa obra es un fruto de la imaginación con cualidades redentoras; pensemos en qué contextos podríamos esforzarnos en crear para dar una nueva dignidad y razón de ser, por ejemplo, a ideas desechadas por una perspectiva limitada o malévola o perezosa, una nueva dignidad y razón de ser por ejemplo, a personas que por elección o imposición están fuera de los cauces normales de la producción, de la atención, del amor.

El Vigía. 2010


Mosaico / madera
Medidas: 1´15 x 0´45 m.


QUE EL AMOR NO TE ENCUENTRE DE RODILLAS.

¿Sabes cuánta madera aprovechable y gratuita puedes encontrar en la calle el día que los BcNeta recogen los muebles? Puedes encontrar la que quieras. Si llegas antes que ellos: aglomerado, ocume, listones de todos los grosores, contrachapados y maderas macizas. Es cuestión de SER portátil y pasear esos días y elegir lo que necesitas. Lo que otros han considerado basura, con un poco de limpieza e imaginación, se ha convertido en las estructuras que hacen posible que los mosaicos de esta exposición sean ligeros de transportar y fáciles de almacenar. Se montan y desmontan como los cuadros, con tacos en la pared. Cuando los trabajos tienen unas medidas menos manejables, las imágenes se dividen en módulos independientes que conforman el todo: un puzzle de estructuras de madera recubiertas de cerámica que pueden almacenarse y transportarse en una maleta.

Todo se está moviendo, y nosotros nos movemos con ello. Aunque no queramos. Aunque no lo sepamos. Nadie quiere más gravedad, ni más pesadez. Tampoco más estatismo. Y estaría bien si muchas cosas que nos importan fueran más ligeras, más fáciles de vivir. No es sencillo de conseguir, pero es un esfuerzo que nos dignifica. Lo de hacer la vida más vivible, digo.

Los mosaicos portátiles quieren ser fuertes y ligeros. No quieren ser un problema en esta vida que se está moviendo no sabe hacia dónde. Quieren ser fáciles. Quieren ayudar al movimiento. Si son grandes, se dividen hasta entrar en maletas; si son pequeños, vienen en mochilas. No quieren ser una carga más en nuestro paseo que es vivir; no quieren pesar ni detener la marcha de lo que quiere moverse. Quieren pasear, que a lo mejor así, encuentran algún fin al camino, y no sólo un final. Quieren pasear porque están hechos de paseos.

Los paseos en las noches de los trastos hacen las estructuras de madera, pero ¿sabes cuántas casas se están reformando ahora en las calles de la ciudad vieja? Muchas. Sólo hay que seguir siendo portátil, y seguir paseando tranquilo con tu mochila con libros e ideas, también con tus temores e inseguridades, de acuerdo, pero no la llenes del todo, deja espacio para nuevos tesoros encontrados en la basura.

Se han hecho viejas las paredes de la casa del patrón que empezó de obrero. Se han hecho viejas también las paredes del que nació entre algodón fino. Y con una paciencia más alargada, también se harán viejas las paredes del que sólo heredó trabajo de sus padres. Hay que reformar la casa del que busca a Dios para agradecerle la vida, y hay que reformar la casa del que busca el libro de reclamaciones de Dios. Se mueven las familias, los sentimientos y los apetitos, y habrá que renovar la fontanería, habrá que hacer un nuevo cuarto, ampliar la cocina, cambiar los colores del baño. La electricidad y el descansillo. Pasea tranquilo, que todo se está moviendo contigo. A favor de tu voluntad o a su pesar. Los cascotes de adobe, retorcidas tuberías de plomo, cables viejos, yesos caducos, linóleos, pinturas entristecidas y esplendores derrotados van moviéndose hacia el contenedor de reformas. También las baldosas de cerámica de los suelos y las paredes. Es moverse lento y pasar justo cuando bajan a la calle. Parecían basura, parecía su final, pero no, han encontrado un nuevo fin. Todo se mueve hacia un final, pero por el camino, manteniendo abiertos los ojos del corazón, encontramos muchos fines.

Llené la mochila con un azul celeste en Santa Caterina, un adobe amarillo de los años 40 en Tallers, un estampado rojo y blanco setentero en Poblenou, una filigrana de los años treinta en Santa Anna, y un jaspeado rosa de los 50 en Joaquim Costa. Llené la mochila con salmón sucio del Borne y con cremita de Encants. Los arrancaron de sus casas y nos encontramos en la basura. Los limpié. Los corté con unos alicates. Los inserté en un dibujo y ahora hacemos juntos el camino.

Jose A. González


(Texto de presentación de “QUE EL AMOR NO TE ENCUENTRE DE RODILLAS”
Mosaicos portátiles de Jose A. González.

Tetería Caj Chai, Sant Doménech del Call, 12. Barrio Gótico, Barcelona.
Del 14 de Mayo al 31 de Julio de 2009)